sábado, 4 de marzo de 2017

¿Qué queda de libertad de expresión en este país?


En estos días todo el mundo habla del autobus que ha puesto en marcha el colectivo ultracatólico Hazteoir. Debemos admitir a dicho Lobby el éxito de su campaña ya que desde un punto de vista publicitario lo han bordado.

Por un lado los colectivos LGTBfóbicos, alabando, justificando y alentando campañas similares. Por otro, la sociedad “progresista” criticándolo, condenándolo y atacándolo. Pero de una manera u otra, todo el mundo hablando de Hazteoir.

En medio de todo el ruido mediático que en torno al autobús naranja se ha montado, nos han metido un golazo. El objetivo principal de la campaña se ha conseguido con creces. ¿Cuál es el objetivo al que me refiero? Pues es otro mucho más sutil y peligroso que el mensaje transfóbico de los lemas. Mucho más.

En medio de la contienda entre los pro-autobús y los anti-autobús se ha ido, poco a poco deslizando el argumento de que dicho tipo de lemas, deberían de prohibirse. La sociedad “progresista” se congratulaba cuando un juzgado de Madrid prohibía que dicho autobús circulara por la calle. La democracia había vencido decían muchos….Todo lo contrario.

Personalmente me produce náuseas el mensaje y el fondo de la campaña de Hazteoir, desprende intolerancia, odio, miedo al diferente y todo ello centrado en los niño/as. Sin embargo, parece que ya nadie en este país se acuerda de la frase de Voltaire:

“No comparto tu opinión, pero daría mi vida por defender tu derecho a expresarla”

En este país estamos tan miopes, tan ciegos que no nos damos cuenta como poco a poco, la débil democracia que teníamos se desvanece entre nuestras manos como el agua. Que una opción/opinión/argumento no nos guste no significa que sea ilegal.

Todos los que se han alegrado de la prohibición de esta campaña no se dan cuenta de que el mismo argumento que se ha usado en esta ocasión se usará para prohibir todas aquellas campañas, opiniones, etc que no “gusten” al poder.

Por traer un ejemplo de estos días, por la misma lógica se debería de prohibir y/o sancionar a la DragQueen de Canarias que con un espectáculo donde se disfrazaba de María y Jesús crucificado ofendió a una parte de la ciudadanía más católica.

No estoy de acuerdo con ninguna de los dos ejemplos que he puesto en esta reflexión pero daría mi vida por que se pudieran seguir haciendo. ¿Nos creemos la libertad de expresión o solo cuando está en sintonía con nuestras posiciones?

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Covid-19, lo mejor que le podía pasar a la Sanidad Publica

Es curioso, pero la crisis del Covid-19 podría ser lo mejor que le ha pasado a la sanidad publica de nuestro país. Antes de que nos sumiér...