lunes, 21 de diciembre de 2009

De privatizaciones y otras milongas

Que buen trabajo ha realizado el sector privado desacreditando todo servicio gestionado por un ente público. Han conseguido que todo lo que tenga el "apellido" de público quede inmediatamente relacionado en nuestra mente con ineficiente, vagos, corrupción, etc. Sin embargo estas empresas que tan mal funcionan son apreciadas presas para el sector privado que en cuanto están en sus manos, por obra divina, empiezan a funcionar bien y dan suculentos beneficios.

A la hora de privatizar una empresa pública lo primero que hay que conseguir es que funcione mal. Un caso paradigmático de esto fue Telefónica que antes de que se privatizara era una empresa ejemplar que ofrecía un  servicio de la máxima calidad. Sin embargo cuando la avidez del sector privado puso sus ojos sobre ella lo primero que se promovió fue su mal funcionamiento. Para ello se llevaron a cabo políticas descabelladas y se puso al frente a ineptos gestores ( cuando no corruptos y vendidos). Una vez que todo son quejas de los usuarios, problemas y endeudamiento el terreno queda abonado para la llegada de la empresa privada salvadora, la cual comprará la empresa pública a precio de saldo ( Telefónica, Repsol, Endesa, Gas Natural, etc) para poco después obtener enormes beneficios.  Solo tres años después de la privatización de Telefónica  esta empresa representaba ya alrededor del 34% del peso del IBEX y que obtuvo un incremento en el precio de sus acciones de un 130% de su valor..... ya en 2007 sus ingresos ascendieron a 20337 millones de euros, millones que el estado dejó de ingresar.

Las ventajas de la nacionalización de los servicios son innegables ya que una empresa pública bien gestionada da trabajo de calidad y además los beneficios que reportan son para el estado que somos todos. Los beneficios de las empresas privadas no revierten en la ciudadanía y si lo hacen es muy exiguamente. Además las privatizaciones tienen una consecuencia mucho más perniciosa para el estado, más allá de la perdida de rendimientos económicos, y es su adelgazamiento frente a un reforzamiento del sector privado. Desde esta posición de fuerza el sector privado fuerza a los estados a legislar regulaciones salariales, económicas, laborales, de exportaciones, etc que le son muy favorables a ellos pero muy perniciosos a los estados y sus ciudadanos. Un ejemplo extremo de esto es África donde se ha trabajado para que muchos estados no sean estado (Mauritania, Congo, Sudán, Etiopia) En estos estados "superadelgazados" las multinacionales obligan a  unos dirigentes corruptos a que legislen "ad doc" de tal manera que puedan explotar sus riquezas naturales prácticamente gratis. De esta manera estos países son pobres al ser ricos en recursos naturales.

Así pues la única opción para que el ciudadano de a pie pueda defender sus derechos es que haya un estado fuerte y honrado que esté dispuesto a luchar por él. Para ello es imprescindible la nacionalización de los sectores estratégicos del país: banca, energía, ejercito, sanidad, educación, etc.

2 comentarios:

  1. Y Esperanza Aguirre cediendo suelo público a entidades privadas para que se contruyan hospitales, dándoles ayudas económicas de vértigo y esto solo para enriquecimiento de unos pocos. Me parece vergonzoso que en pleno siglo XXI se siga pensando que a los derechos básicos accede solo quien pueda, y no solo vergonzoso, sino también inhumano y nada ético.

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  2. Efectivamente la señora Esperanza Aguirre es uno de esos funcionarios títeres a los que aludía en el artículo, que son necesarios para que los poderes económicos accedan a sus privilegios. Estos políticos se permiten regalar lo que es de todos a sus "señores" a los que en privado rinden pleitesía. Ya conoces el dicho "se os conocerá por vuestros frutos"

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