Hoy, después de varios años sin publicar nada retomo este blog donde lo dejé y con más necesidad de él si cabe. En estos días de confinamiento por el Covid-19, asisto perplejo al deterioro que la sociedad española está sufriendo.
El coronavirus ha sido el detonante, ha sido la gota que ha colmado el vaso, pero, por sí mismo es incapaz de explicar cómo las dos Españas cada vez se miran más de reojo, cada vez con más odio y rencor. El pacto constitucional que nos dimos en el 78 ha saltado por los aires.
Como muchos de vosotros participo en innumerable grupos de WhatsApp, de las temáticas más variopintas que os podáis imaginar. Y sin embargo, hay en todos ellos un común denominador, ser de izquierdas o parecido, es poco más que estar traicionando a la nación. Mientras que los que se sienten de derechas se arrojan el derecho de poder decir en todas estas tribunas lo que les viene en ganas (y me parece muy bien) en cuanto tu discrepas, eres un traidor o peor, un podemita. El tono sube por las nubes y todo el mundo se siente agraviado, insultado o peor cuando tu discrepas. ¿Os pasa lo mismo?
Y es que se han adueñado del discurso y del lenguaje. Se han adueñado del argumentario. Un argumentario basado en fakenews, en medias verdades cuando no en mentiras evidentes. Pero da igual, todo vale.
En medio de este fango hay que lidiar con compañeros de trabajo, clientes, amigos, conocidos y energúmenos que se cruzan en tu camino. Y cada vez es más difícil ser Yo sin ofender a alguno de ellos.
Me gustaría mucho que compartierais vuestras experiencias conmigo.
Un saludo!
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